En un ataque distribuido de denegación de servicio (DDoS), un atacante sobrecarga su objetivo con tráfico de Internet no deseado para que el tráfico normal no llegue a su destino previsto.
Pero ¿qué significa realmente? Piense en su película zombi favorita. Hordas de seres infectados con el mismo objetivo: expandir su "plaga zombi" para terminar con la civilización. Sobrepasan a los cuerpos de seguridad, reducen a las fuerzas armadas y acaban con los servicios de atención médica. Luego, inevitablemente, se produce un enorme atasco que llega hasta donde se pierde el horizonte, porque las personas huyen por la carretera para ponerse a salvo. Así funciona un ataque DDoS: un apocalipsis zombi online. Pero en lugar de zombis, una multitud de ordenadores infectados atacan un sitio web objetivo, todos al mismo tiempo, ahuyentando a los seres humanos y a las empresas.
Un ataque DDoS a sitios web, aplicaciones web, API y redes de una empresa o a la infraestructura de un centro de datos puede provocar la interrupción de la actividad e impedir que usuarios legítimos compren productos, utilicen un servicio, reciban información o accedan de cualquier otro modo.
Durante un ataque DDoS, los atacantes utilizan una gran cantidad de equipos infectados y dispositivos conectados a través de Internet, incluidos dispositivos del Internet de las cosas (IoT), smartphones, ordenadores personales y servidores de red, para enviar una gran cantidad de tráfico a sus objetivos.